El inicio de la temporada vacacional de verano se presenta como uno de los más difíciles para el sector gastronómico en Playa del Carmen, según reconoció Manuel García Maldonado, director de la Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes y Alimentos Condimentados (Canirac) en este municipio.
La baja ocupación turística, combinada con el recale de sargazo, ha generado una situación crítica para los negocios de la zona turística, particularmente sobre la emblemática Quinta Avenida, donde algunos establecimientos han tenido que cerrar temporalmente ante la imposibilidad de cubrir rentas y nómina.
“Está complicadísimo. Está súper bajísimo el turismo, prácticamente no tenemos. Pueden ver ustedes el caminar de la gente, cuando ya estamos en pleno verano… y está paupérrima la situación”, expresó García Maldonado en entrevista, señalando la falta de visitantes incluso en días considerados de alta afluencia.
El dirigente empresarial explicó que los locales que permanecen abiertos lo hacen con esfuerzos extraordinarios por sostener sus operaciones, aun cuando muchas rentas se pagan en dólares y los ingresos no logran compensar los gastos fijos. “Los restaurantes que ves abiertos están luchando por su nómina y por su renta. Ya hay otros que no pueden llegar ni siquiera a ese punto, por lo tanto se ven forzados a cerrar esta temporada, en lo que se puede regular la situación”.
Uno de los factores más determinantes en esta caída del turismo, dijo, ha sido el arribo excesivo de sargazo a las playas. En respuesta, se han sostenido al menos tres mesas de trabajo con la Secretaría de Medio Ambiente, sin que hasta ahora se logre contener la magnitud del problema. “No hay medio, no hay presupuesto que alcance para controlar esa llegada excesiva de sargazo”, advirtió.
García Maldonado reconoció que la información sobre las condiciones de las playas ha comenzado a impactar directamente la decisión de viaje de los turistas. En ese sentido, mencionó que se ha planteado al área de Comunicación Social del ayuntamiento un acercamiento con medios de comunicación para buscar un manejo más favorable de la información, aunque también aceptó que omitir la situación real puede tener sus riesgos.
De acuerdo con datos de la Asociación de Hoteles de la Riviera Maya, la afectación se ha traducido en una reducción drástica de visitantes y un incremento sustancial en los costos operativos para mantener limpias las playas. El año pasado, la inversión de los hoteles en este rubro superó el millón y medio de dólares.
El representante de Canirac subrayó que el fenómeno del sargazo tiene una dimensión estructural y requiere una atención federal. Explicó que las competencias sobre la zona marítimo-terrestre son compartidas por diversas instancias: concesionarios, Secretaría de Marina, Secretaría de Medio Ambiente y la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (Conapesca), lo que complica aún más la intervención oportuna.
“La situación es muy enredada. Se está buscando la manera de cómo solventarlo después de diez años de estar padeciendo esta situación. Y es algo que nunca podremos evitar, porque incluso nos han informado que se ha creado otro mar de sargazo”, comentó, aludiendo a reportes que indican la formación de una nueva masa flotante en el Atlántico Sur, además de la ya conocida en la zona de Cabo Verde frente a Brasil.
El fenómeno, explicó, se ve exacerbado por el calentamiento global, ya que al aumentar la temperatura del agua, las plantas marinas mueren y son arrastradas por las corrientes hasta las costas del Caribe mexicano.
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Finalmente, el dirigente restaurantero hizo un llamado al gobierno federal para asumir su responsabilidad en el manejo del problema, en coordinación con los gobiernos estatal y municipal. Señaló que las condiciones del litoral son diferentes en cada punto del estado, por lo que no se puede replicar una solución única. “En Puerto Morelos funciona bien la barrera, aquí no. Tenemos dos muelles que nos hacen una bahía. Son situaciones distintas”.
El sector restaurantero de Playa del Carmen enfrenta así un verano atípico, marcado por la incertidumbre, la falta de turistas y una problemática ambiental que, tras una década, sigue sin solución integral.