PLAYA DEL CARMEN

“Ni un venado más”: la indignación en Playacar por la muerte de fauna tras devastación inmobiliaria

Exigen freno a los permisos irregulares y acciones reales para proteger la fauna local.

LOCAL

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El terreno deforestado, donde fueron atropellados dos venados, ahora es símbolo del conflicto entre desarrollo y conservación.Créditos: Eduardo De Luna

Bajo el grito de “Ni un venado más”, cientos de residentes del fraccionamiento Playacar, uno de los más exclusivos de esta ciudad, salieron a las calles este domingo para protestar por el atropellamiento de dos ejemplares de venado de cola blanca, ocurrido a escasos metros de un predio recientemente devastado para dar paso a un nuevo desarrollo inmobiliario.

La movilización, inédita en este conjunto residencial de alto nivel, partió desde la avenida Xaman-Ha hasta la caseta de acceso ubicada en la avenida Cobá. A lo largo del recorrido, los manifestantes—en su mayoría familias—portaron pancartas con consignas como “Construir, no destruir”, “Ni un árbol ni un venado más” y “La selva no se vende”. La exigencia fue clara: que se revise a fondo la autorización de los proyectos inmobiliarios en la zona y que se implementen medidas reales de mitigación ambiental.

Residentes de Playacar marchan con pancartas que claman “Ni un venado más”

Tragedia ambiental en dos actos

Hace apenas unas semanas, vecinos de la zona reportaron el atropellamiento de una hembra de venado que cruzaba una de las calles de Playacar junto a su cría. Las imágenes del cadáver del animal circularon ampliamente en redes sociales, generando conmoción entre los residentes.

Fue entonces cuando comenzaron a buscar a la cría, a la que apodaron “Manchitas”. La campaña de búsqueda se convirtió en un símbolo de esperanza hasta que, este fin de semana, se confirmó lo peor: el venadito también fue atropellado en la misma zona.

“Ya se habían hecho denuncias, ya se había clausurado el terreno, pero no hubo acciones inmediatas para proteger a los animales que habitan aquí. Manchitas murió esperando una reacción que nunca llegó”, señaló una vecina durante la manifestación.

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Devastación en plena zona residencial

El terreno donde ocurrieron ambos atropellamientos fue recientemente deforestado. Se trata de poco más de dos hectáreas y media de vegetación selvática, hogar de numerosas especies de fauna silvestre, incluyendo venados, coatíes, mapaches, iguanas y aves endémicas.

Aunque el predio fue clausurado de forma temporal por autoridades ambientales tras la primera denuncia vecinal, la devastación ya estaba hecha. Las máquinas ingresaron, talaron y allanaron gran parte del terreno en cuestión de días, sin que se hicieran públicos los estudios de impacto ambiental ni las medidas de reubicación de fauna.

“Esto no fue de un día para otro. Todos pasamos por aquí y vimos cómo avanzaba la destrucción. Pero ahora que dos vidas inocentes se perdieron, entendemos que no podemos seguir en silencio”, expresó la activista Sol Tamargo, residente del fraccionamiento.

El despertar de una comunidad

Tamargo, quien ofreció un mensaje durante la marcha, subrayó que esta fue la primera vez que los vecinos de Playacar se organizan para expresar públicamente su rechazo a una obra inmobiliaria.

Área selvática en Playacar arrasada para dar paso a un nuevo desarrollo inmobiliario

“Esta emergencia ambiental nos ha hecho despertar. Ya no podemos confiar en que si un proyecto tiene permisos está todo bien. Los papeles se compran, eso ya lo sabemos. Tenemos que poner el cuerpo, literalmente, si es necesario. Ver una máquina entrar y preguntar: ¿qué vas a hacer aquí?, ¿dónde están tus documentos?, y no aceptar cualquier excusa”, sentenció.

La residente agregó que esta movilización representa un cambio de actitud entre los vecinos.

“Hoy fue la primera vez y me sorprendió la asistencia. Es nuestra oportunidad para demostrar que sí tenemos poder cuando estamos unidos, incluso ante el gobierno y empresarios sin conciencia”, declaró.

Silencio oficial ante la protesta

Durante la manifestación no se presentó ninguna autoridad municipal o estatal para dialogar con los manifestantes, lo que fue interpretado como una señal de desinterés ante una situación que involucra tanto la protección ambiental como el ordenamiento urbano.

“No pedimos favores, exigimos que se cumpla la ley. Aquí no se trata de oponerse al desarrollo, sino de exigir que este se dé con responsabilidad. No puede ser que por intereses económicos sigamos destruyendo el hábitat de especies que han estado aquí mucho antes que nosotros”, expresó otro de los participantes.

Un mensaje que resuena

La muerte de los venados ha sido el catalizador de una ola de conciencia ambiental entre los residentes de Playacar, quienes ahora comienzan a organizarse en comités para vigilar futuros proyectos y exigir la revisión de permisos ya otorgados.

Vecinos de Playacar alzan la voz contra la falta de acciones efectivas por parte de las autoridades

“Esto no acaba aquí. Vamos a estar más atentos, más presentes. No vamos a permitir que esto vuelva a pasar. Si dejamos que sigan avanzando, seremos cómplices del exterminio de lo que hace única a esta región: su biodiversidad”, concluyó Tamargo.

La manifestación de este domingo, pacífica pero firme, dejó claro que algo cambió en Playacar. El grito de “Ni un venado más” ya no es solo una consigna: es una promesa. Una promesa de resistencia ante el avance ciego del concreto. Una promesa de defensa activa del derecho a convivir con la naturaleza.