Con el inicio de las vacaciones de Semana Santa, una nueva dinámica se observa en el movimiento turístico de la Península de Yucatán: el Tren Maya comienza a consolidarse como un medio de transporte predilecto para explorar la riqueza cultural y natural de la región. Cientos de visitantes, principalmente nacionales, están optando por esta vía férrea para descubrir los encantos que se extienden más allá de las playas de Quintana Roo.
Durante su trayecto, el Tren Maya ofrece una ventana única a la diversidad del sureste mexicano. Los pasajeros tienen la oportunidad de descender en diferentes poblados, cada uno con su propia identidad y atractivos. Desde la gastronomía local y la calidez de su gente, hasta mercados artesanales y experiencias comunitarias.
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Uno de los puntos destacados en la ruta es, sin duda, la cercanía a sitios arqueológicos de renombre mundial como Chichén Itzá. La comodidad de viajar en el Tren Maya y la facilidad de acceso a estas antiguas ciudades mayas están impulsando un turismo cultural que complementa la tradicional oferta de sol y playa.
Además de Chichén Itzá, otros poblados a lo largo de la ruta ofrecen atractivos singulares, desde cenotes escondidos y reservas naturales hasta ciudades con encanto propio. El Tren Maya no solo facilita el traslado entre destinos, sino que también fomenta la derrama económica en comunidades que antes eran menos accesibles para el turismo masivo.
Si bien la infraestructura del tren continúa su desarrollo, la respuesta de los turistas durante esta Semana Santa es un claro indicativo de su potencial para transformar la manera en que se experimenta la Península de Yucatán.