A través del COQHCYT, el doctor Javier Vázquez Castillo presentó los avances del proyecto “Caja de colmena inteligente para implementar apicultura de precisión”, sustentado en un “sistema modular de ensamble rápido para monitoreo autónomo” que busca modernizar la producción de miel en Quintana Roo y fortalecer la calidad del producto local.
El investigador, originario de Felipe Carrillo Puerto, explicó que su motivación surge desde la infancia, cuando desarmaba aparatos electrónicos para entender su funcionamiento. Hoy aplica ese impulso creativo en un dispositivo que se coloca en la tapa de la colmena y mide variables clave: temperatura, humedad, vibración y peso.
Estos datos permiten conocer el estado interno sin abrir con frecuencia la caja, lo que reduce estrés y riesgo de daño en panales.
“Es un sistema que se coloca en las cajas para conocer variables que permiten al apicultor tomar decisiones”, resumió.
El módulo integra conectividad Bluetooth, Wi Fi y LoRa. En zonas con señal transmite a una antena y luego a un gateway con acceso a Internet; en sitios aislados guarda la información en memoria y la descarga cuando el apicultor se acerca con su teléfono. Además funciona con energía solar y supercapacitores, sin pilas desechables, lo que disminuye residuos. La arquitectura busca instalación rápida: una perforación en la tapa para los sensores y un cuerpo electrónico desmontable.
“Tardamos varias versiones de caja para lograr que el apicultor la ponga y retire de manera sencilla”, señaló.
Vázquez Castillo subrayó que la plataforma ya opera en fase de pruebas finales después de seis meses de uso continuo y recibió buena respuesta en un congreso nacional de apicultura. El sistema no pretende sustituir prácticas tradicionales, sino complementarlas con evidencia objetiva.
“Dar información interna ayuda a decidir el momento justo de la cosecha y evita visitas innecesarias”, indicó.
La medición de peso permite estimar producción futura y planear comercio; la humedad y la temperatura apoyan la prevención de fermentación o cristalización prematura.
El proyecto también atiende retos de adulteración y falsificación de miel. Con indicadores de proceso se busca reforzar trazabilidad y estándares para exportación, donde se comercializa por kilogramo y la densidad influye en el valor.
“Queremos mejorar índices de calidad y garantizar una producción adecuada”, afirmó.
La visión se extiende más allá de la caja: se analizan prototipos para monitorear sitios de almacenamiento y transporte, con el fin de cubrir toda la cadena, desde cosecha hasta acopio previo a la exportación. El equipo establece vínculos con cooperativas en Felipe Carrillo Puerto y otras zonas para escalar el uso.
El doctor destacó que el diseño local mantiene costos bajos y facilita mantenimiento por estudiantes y productores. Con capacitación básica el apicultor lee la aplicación, limpia el módulo y verifica la celda fotovoltaica.
“No necesita conocimiento técnico profundo”, puntualizó.
La información agregada en una plataforma tipo mapa permitiría a autoridades proyectar volúmenes por región y canalizar apoyos para sostener la actividad.
Para Vázquez Castillo, la tecnología debe respetar el equilibrio ecológico: minimizar intervenciones y fortalecer la salud de las abejas, polinizadoras esenciales.
“Ojalá no necesitáramos dispositivos, pero hoy ayudan a reforzar decisiones y a cuidar a las abejas”, concluyó.