El Instituto de Biodiversidad y Áreas Naturales Protegidas de Quintana Roo (Ibanqroo) conformó una comisión especial para atender la creciente presencia del pez diablo (Hypostomus plecostomus), especie invasora que amenaza los ecosistemas acuáticos de la región.
El titular del departamento de Áreas Naturales Protegidas en la zona sur, Miguel Mateo Sabido Itzá, informó que la conformación del grupo busca dar formalidad a las acciones coordinadas entre instituciones, investigadores y sociedad civil.
“Este no es un problema reciente, pero su impacto en el ecosistema es cada vez más evidente, sobre todo después del primer registro en la Laguna de Bacalar en 2025”, señaló.
El pez diablo fue detectado por primera vez en Quintana Roo en 2013, en la Ribera del Río Hondo, en Othón P. Blanco. Sin embargo, en los últimos dos años se han registrado avistamientos en la bahía de Chetumal, Calderitas, Laguna Guerrero y sistemas lagunares de Buenavista y Pedro Antonio de los Santos, comunidades de Bacalar. Incluso existen reportes en lagunas cercanas a Felipe Carrillo Puerto, lo que evidencia su rápida propagación.
El impacto ecológico es considerable. De acuerdo con el investigador Jacobo Schmitter Soto, del Colegio de la Frontera Sur (Ecosur), esta especie, conocida también como “limpia peceras”, altera el equilibrio natural al excavar túneles que provocan erosión en las riberas, remover sedimentos y modificar la calidad del agua. Además, desplaza a especies nativas y puede afectar los huevos y juveniles de peces locales.
“Si no se controla, podríamos enfrentar un escenario similar al de Tabasco y Campeche, donde el pez diablo domina hasta el 90% de las capturas”, advirtió.
Entre las acciones emprendidas se encuentran siete brigadas de captura en la Laguna de Bacalar, con inmersiones nocturnas en áreas críticas como el Cenote Cocalitos y la zona de Buenavista. Hasta ahora los investigadores se han capturado más de 15 ejemplares, que se utilizan para análisis genéticos con el fin de determinar el origen de la invasión, sin embargo, hay caso como en la comunidad de Ramonal que han capturado a 300 ejemplares en 48 horas.
Asimismo, se han realizado reuniones informativas con hoteleros, operadores náuticos y cooperativas pesqueras, además de campañas de sensibilización apoyadas por la iniciativa privada.
“Es fundamental involucrar a la comunidad, porque esta especie no solo representa un riesgo ambiental, sino también económico para quienes dependen del turismo y la pesca”, subrayó Sabido Itzá.
El Ibanqroo trabaja en coordinación con Ecosur, Uqroo, autoridades municipales, Capitanía de Puerto, Conagua y la iniciativa privada para fortalecer la vigilancia y evitar que la especie siga expandiéndose hacia otras cuencas.
Especialistas advierten que, de no actuar de manera inmediata, el pez diablo podría consolidarse como una plaga en el sur del estado, afectando no solo la biodiversidad, sino la seguridad alimentaria y las actividades productivas de miles de familias