EL RUGIDO DEL BALAM

La Península se pone picante

Con este acuerdo, el habanero recupera su lugar como embajador gastronómico de la Península y los productores, por fin, reciben la protección que tanto exigieron

LOCAL

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El Rugido del Balam, columna de Jorge Castro NoriegaCréditos: El Heraldo Media Group

Yucatán, Quintana Roo y Campeche finalmente se pusieron de acuerdo para proteger una joya de la cocina peninsular: el chile habanero. Sí, ese pequeño demonio naranja que le da alma, carácter y fuego a nuestra gastronomía. El mismo que ha sido motivo de orgullo, cultivo… y hasta pleito entre estados.

Durante una mesa regional en Mérida, los tres gobiernos estatales firmaron con el IMPI el Convenio para la Aplicación de Denominaciones de Origen, y con ello dieron el primer gran paso para instalar el Consejo Peninsular para la Regulación del Chile Habanero, cuya misión es certificar origen, garantizar calidad e impulsar exportaciones.

El gobernador yucateco, Joaquín “Huacho” Díaz Mena, fue claro: esto no es un trámite, es una deuda histórica con quienes durante años han sembrado y sudado la tierra para darnos este tesoro culinario. El Consejo, anunció, quedará acreditado en seis meses y permitirá trazar el chile desde su semilla hasta la mesa, abriendo puertas a nuevos mercados.

Por su parte, Paul Carrillo, secretario de Desarrollo Económico de Quintana Roo, resaltó que este comité no sólo regulará, sino también dará asistencia técnica y capacitación a los productores. La idea es fortalecer toda la cadena de valor y evitar que “piratas del picante” vendan “gato por liebre” en otros estados o países.

El chile habanero no es sólo un ingrediente. Es símbolo, identidad y motor económico. Y no en vano se le considera uno de los más picantes del mundo.

Su denominación de origen fue otorgada a Yucatán en 2008, tras un largo litigio con Quintana Roo que inició en 2002. Una disputa de seis años que dejó ardor y cicatrices… pero también enseñanzas.

Hoy, esos tres estados dejan atrás los jaloneos y firman la paz con mucha salsa. Con este acuerdo, el habanero recupera su lugar como embajador gastronómico de la Península y los productores, por fin, reciben la protección que tanto exigieron.

Porque si algo está claro, es que en la cocina peninsular puede faltar el recado, la cebolla morada o el achiote… ¡pero jamás el chile habanero!

ZARPAZO

La Península de Yucatán no sólo comparte historia, cultura y geografía: también comparte sabor. Y proteger al chile habanero no es un capricho, sino una defensa de nuestro patrimonio cultural y productivo.

Ya era hora de ponerle nombre, apellido y certificado a esta picante joya de nuestra tierra. Y que arda… pero con orgullo compartido.