Chetumal, 2 de febrero.- México es uno de los países megadiversos del mundo, con una gran variedad de climas, ecosistemas y especies. Entre los organismos menos conocidos pero de gran importancia científica se encuentran los ácaros de la familia Opilioacaridae, considerados los más primitivos de su grupo y con una historia evolutiva que se remonta entre 60 y 70 millones de años. En este campo de estudio, Quintana Roo se ha posicionado como el estado con el mayor número de especies descritas, gracias al trabajo de la doctora María Magdalena Vázquez González, experta en acarología en México.
La doctora Vázquez González, quien posee un doctorado en Biología por la Universidad Estatal de Lvov, Ucrania, ha dedicado años al estudio de estos organismos, destacando su importancia en la biodiversidad del país. En entrevista con el Consejo Quintanarroense de Humanidades, Ciencia y Tecnología (Coqhcyt), explicó que los Opilioacaridae han conservado sus características ancestrales a lo largo de millones de años.
"Estos ácaros, así como los conocemos ahorita, realmente no han cambiado, han existido desde hace esos millones de años, se han encontrado en ambar", afirmó la investigadora.
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Los estudios de la doctora Vázquez han permitido documentar 10 especies en México, de las cuales tres han sido descubiertas en Quintana Roo: Neocarus siankanensis, por Sian Ka’an; Neocarus nohbecanus, por Noh-Bec y Neocarus chactemalensis, por Chetumal. Además, se encuentran en proceso de descripción dos nuevas especies halladas en Puerto Morelos y Raudales.
Ácaros como bioindicadores del medio ambiente
Uno de los aspectos más relevantes de esta familia de ácaros es su potencial como bioindicadores.
"Su presencia o su ausencia nos dice qué condiciones hay en el suelo o en el ambiente", mencionó la doctora Vázquez. Estos organismos solo habitan en zonas bien conservadas, lo que los convierte en un indicador natural de la salud ambiental de un ecosistema.
La distribución de los Opilioacaridae en México es diversa. Se les ha encontrado desde las dunas costeras y selvas tropicales de Quintana Roo hasta los bosques templados a 2,200 metros sobre el nivel del mar en Baja California Sur. Su adaptabilidad sugiere una gran plasticidad ecológica, lo que resalta la importancia de seguir investigando estos organismos para comprender mejor sus funciones en los ecosistemas.
El estudio de los Opilioacaridae es un ejemplo del valor de la ciencia básica. "Muchas personas hablan de la importancia de encontrar una aplicación a los organismos, pero primero necesitamos estudiarlos", explicó la investigadora. Comprender su ecología y biología es crucial para descubrir aplicaciones futuras, como su uso en control biológico de plagas.
Brasil ha avanzado significativamente en la utilización de ácaros como agentes de control biológico, gracias a estudios que determinaron sus hábitos alimenticios. En México, estos estudios aún están en proceso, pero la doctora Vázquez destaca que es fundamental continuar con la exploración de estos organismos.
El hecho de que Quintana Roo cuente con el mayor número de especies descritas de Opilioacaridae en el país no es una coincidencia. Como señala la doctora Vázquez: "Se dice que el mayor número de especies está donde están los especialistas". Su trabajo y el de otros investigadores ha permitido ampliar el conocimiento sobre estos ácaros, consolidando a Quintana Roo como un punto clave en la investigación de esta familia.
El estudio de estos organismos sigue en evolución, con nuevas especies aún por describir. La investigación de la doctora Vázquez y su equipo no solo ha contribuido al conocimiento de la biodiversidad mexicana, sino que también ha resaltado la riqueza natural de Quintana Roo y la necesidad de conservar sus ecosistemas para futuras generaciones.