La cacerolita de mar (limulus polyphemus), una especie que convivió con los dinosaurios y que ha sobrevivido por más de 450 millones de años, enfrenta una severa amenaza en la Península de Yucatán debido a la pérdida de su hábitat, la contaminación y la sobreexplotación.
Conocido en lengua maya como mex, que significa araña, este animal prehistórico habita en manglares y áreas fangosas. Su cuerpo se divide en tres partes (prosoma, opistosoma y telson) y su sangre azul, rica en hemocianina, es utilizada dentro de la industria farmacéutica para detectar patógenos en los seres humanos.
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No obstante, factores como la destrucción de manglares, el turismo descontrolado y la pesca intensiva están llevando a esta especie al borde de la extinción, explicó la doctora Carmen Rosas Correa, de El Colegio de la Frontera Sur.
La cacerolita de mar desempeña un papel crucial en los ecosistemas costeros, sirviendo como alimento para aves playeras y siendo un indicador de la salud de los manglares de la región.
Su reproducción, que ocurre en las playas, enfrenta obstáculos, pues sus huevos son consumidos por depredadores naturales, y ahora su población se ve aún más diezmada por la pesca para usarla como carnada en la industria del pulpo.
De acuerdo con la Norma Oficial Mexicana 059-SEMARNAT-2010, la cacerolita de mar está catalogada como una especie en peligro de extinción. Asimismo, figura como vulnerable en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
CUIDAN SU DESARROLLO
Especialistas y organizaciones llaman a proteger este fósil viviente mediante la conservación de sus hábitats, la promoción de la educación ambiental y la implementación de prácticas de ecoturismo sostenible.
Además, se busca generar alternativas que reduzcan su uso en la pesca, destacando que esta especie tiene un mayor valor viva que muerta.