Como una de las celebraciones más antiguas de Quintana Roo, en el poblado de El Cedral, en Cozumel, se celebra la fiesta en honor a la Santa Cruz de Sabán, la cual inició el 24 de abril y culmina este 3 de mayo. Durante estas jornadas se realizan misas, procesiones, bailes y rituales que combinan la cultura maya con otras tradiciones.
Dicha celebración tiene más de 170 años de historia. Data de 1848, cuando Casimiro Cárdenas, oriundo de Sabán, Yucatán, huyó de la Guerra de Castas y llegó a la Isla de las Golondrinas.
El cronista vitalicio Velio Vivas Valdés, en su libro “Travesía por la Historia de Cozumel”, relató que Cárdenas arribó “en el primer grupo de repobladores. Y considerándose a salvo, inició la celebración posiblemente en 1848 o 1849. Sin embargo, siendo de ocupación agricultor, y buscando tierras más adecuadas para el cultivo, al poco tiempo se estableció en el poblado de Santa María, al que rebautizó como El Cedral”.
Las fiestas terminan justamente el día de la celebración a la Santa Cruz, con una misa para todo el pueblo, seguido de la convivencia con el baile de la Cabeza de Cochino o Pol Kekén, según el término maya destinado a este evento, que ameniza regularmente una banda yucateca.
En El Cedral, cada familia baila alrededor de varias mesas, portando una bandeja con una cabeza de cochino sancochada y con panes alrededor; además llevan banderas de colores y vestidos a la usanza tradicional: los hombres van con pantalón blanco, filipina o guayabera blanca, alpargatas, pañuelo rojo y sombrero blanco; y las mujeres con zapatos abiertos, terno, peinadas a su gusto y ataviadas con joyas.
En los festejos, donde también se hace el icónico baile de las cintas, no falta el xtabentun (licor maya), que es llevado en calabazos y repartido a los danzantes; asimismo, el maíz que se arroja es como símbolo de abundancia.
Los orígenes de las festividades en El Cedral son netamente religiosos, según las costumbres católicas de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. La tradición oral destaca que, al término de cada rezo, la familia o familias encargadas de las novenas, ofrecían una comida para los invitados.
El bastonero mayor, don Eligio Cárdenas Montero, descendiente directo de Casimiro, junto con los ejidatarios, se encargan de elegir a la madrina y la reina de las celebraciones, en donde también participan niños, niñas y jóvenes.
Esta milenaria festividad muestra las costumbres y la vida en Cozumel.